INTRODUCIÓN
Al hablar sobre el
tema de normas, generalmente lo asociamos
a lo referente a las leyes que rigen a nuestra sociedad o nación; sin
embargo, las normas las podemos encontrar a cada lugar donde vayamos, desde un
hogar, una iglesia, una escuela, nuestro trabajo o cualquier institución. Están las normas que
nos imponemos a nosotros mismos sin que nadie las sepa y aun de manera inconsciente
y están las normas que se establecen en cada lugar a las cuales debemos
sujetarnos si estamos interesados en pertenecer a dicho grupo o institución,
según sea el caso.
En el presente ensayo
se hablará de la importancia que dichas normas tienen en las instituciones,
pero yendo más allá, se profundizará en lo referente a las normas en las instituciones
educativas, ya que son las que más nos
conciernen como estudiantes de educación.
Toda institución de
cualquier tipo, por regla general es regida por así decirlo, por una serie de
normas, reglas, leyes, reglamentos etcétera. estas son las que permiten que esa
institución pueda funcionar, pues a través de ellas es como se regula el
comportamiento de los miembros de la
institución; pensemos por un momento en cómo funcionaría cualquier institución
si no tuviera normas, ya que una cosa es el tenerlas y que algunas personas no
las respeten y otra muy distinta es el no contar con ellas, ya que en el primer
caso, al no ser cumplida una norma, se establecen las sanciones
correspondientes, en cambio en la segunda, simplemente sería un caos, pues cada quien actuaría como mejor
le pareciera; de ahí la importancia de las normas en las instituciones de
cualquier giro.
En términos
generales, las normas imponen límites a la actuación de las personas comprometiéndolas
con ciertas pautas de comportamiento para lograr el bienestar común. Su
existencia permite saber lo que se vale o no en las relaciones sociales, lo
permitido y lo prohibido en ciertas circunstancias, así como las obligaciones y
responsabilidades que deben asumirse en un espacio común.
DESARROLLO
Toda institución por
más sencilla que parezca cumple normas,
no solamente las que se plantean internamente pues también debe de cumplir con
algunas externas, estas pueden ser fiscales, de salud, ambientales, de
seguridad, legales, jurídicas etcétera;
a este conjunto de normas se les llama normatividad.
Antes de dar
continuidad considero de suma importancia definir qué son las normas.
Se conoce como norma
a toda aquella ley o regla que se
establece para ser cumplida por un sujeto específico en un espacio y lugar
también específico. Las normas son las pautas de ordenamiento social que se
establecen en una comunidad humana para organizar el comportamiento, las
actitudes y las diferentes formas de actuar de modo de no entorpecer el bien
común.
A lo largo de la
historia, las diferentes sociedades han establecido su conjunto particular de
normas y leyes sociales que tienen siempre que ver con las estructuras de pensamiento,
los modos de entender el mundo y aquello que las rodea, los valores
considerados morales, etc. Esto hace que cada conjunto de normas sociales sean
específicas y particulares a esa comunidad y que se organicen de tal manera en
relación a las necesidades e intereses de esa comunidad.
Las normas han sido
tradicionalmente orales y el hecho de convertirse en escritas es lo que las
hace volverse universales y objetivas ya que se limita el abuso interpretativo
que las partes pueden realizar al estar establecidas sólo en la conciencia. Las
normas jurídicas actuales son la herencia del derecho romano, uno de los
conjuntos de normas y leyes más complejos de la antigüedad. Al hablar de normas
jurídicas, seguimos haciendo referencia a pautas de comportamiento pero estas
se vuelven mucho más específicas y en muchos casos pueden no abarcar actitudes
y valores morales que ya se dan por sentado y no se consideran necesarios poner
por escrito.
Las normas pueden
estar, además, organizadas y clasificadas de acuerdo a los problemas y
temáticas sobre las cual versen: temáticas económicas, familiares, políticas,
laborales, penales y muchas otras. Esto permite acceder de manera más fácil y
rápida a las secciones correspondientes de normas cuando son necesarias.
Del mismo modo que
todas las sociedades cuentan con sus conjuntos de normas y leyes, todas cuentan
con diversos sistemas de castigos y penalidades para aquellos sujetos que no
las cumplan o respeten y que entren así en la categoría de individuos
peligrosos para la sociedad. Las penas y castigos pueden variar en intensidad
dependiendo del tipo de crimen así como también del tipo de sociedad o
comunidad en la cual se cometan los delitos, siendo algunas más duras y
represivas que otras.
Un ejemplo sería, si
hablamos de una institución educativa de nivel primaria y que fuera publica, está por regla debe de
tener un reglamento interno, debe de estar afiliada al sistema educativo
nacional, todo el plan de estudio es proporcionado por la SEP, su política
interna debe estar alineada con la política vigente del sistema educativo nacional y a través de todo
ese conjunto de normas permite que la escuela funciona.
Existen, al menos, cuatro clases de normas que conviene describir para señalar las diferencias
derivadas de la esfera de comportamientos que regulan y sus similitudes con las
incluidas en los reglamentos escolares y de aula:
1.- Normas de cortesía: También conocidas como reglas de urbanidad y buen trato, o
convencionalismos sociales. En ellas se ubican prácticas y rituales sociales,
hábitos de comportamiento que demuestran amabilidad, aprecio y consideración
por otros. Ejemplos: llegar puntual a una cita, saludar a las personas que se
encuentra uno en el camino; comer con la boca cerrada y sin hacer ruido; dar las
gracias a quien hace un favor. Su
incumplimiento tiene como sanción el rechazo o censura del grupo.
2.- Normas religiosas: Se trata de normas de conducta que siguen quienes pertenecen a una
confesión religiosa. Los mandatos se asumen como órdenes dadas por una
divinidad y suelen estar registrados en libros o documentos sagrados. Las
normas también pueden ser dictadas por autoridades religiosas (ministros de
culto, sacerdotes, pastores…). Ejemplos: no robar, no mentir, rezar, participar
en ceremonias religiosas. Si dichas normas no se cumplen la consecuencia varía
de una religión va otra. Si no existe arrepentimiento, puede ser perder la gracia divina o no gozar de una vida eterna.
3.- Normas morales: Son las que cada persona asume para sí, por convencimiento propio
(autonomía moral), o por influencia de otras personas como familiares, amigos.
Son diversas y plurales como las mismas sociedades; sin embargo, lo deseable es
que las normas de la moral de una persona o grupo social específico no afecten
o atenten contra los derechos de otros y, por tanto, sean congruentes con un
mínimo ético en la vida ciudadana. Al ser omitidas, su sanción o consecuencia
es la sensación de malestar consigo mismo, arrepentimiento o remordimiento de conciencia.
Rechazo del grupo de pertenencia.
4.- Normas jurídicas e institucionales: Son elaboradas por autoridades o representantes de
los ciudadanos, quienes conforman el poder legislativo en nuestro país. Ponen
límites a la libertad individual, pero también a los miembros del gobierno.
Prohíben ciertas conductas, establecen obligaciones y protegen derechos. Están
inspiradas en valores o principios éticos compartidos y muchos de ellos
incluidos en los derechos humanos. Su omisión tiene como consecuencia Privar o
restringir libertades y derechos, pero con enfoque basado en principios éticos
como la dignidad humana y el respeto a los derechos fundamentales. Aplicación de
sanciones establecidas en códigos civiles y penales.
Como se puede
apreciar, en cada tipo de norma, existe una sanción a su incumplimiento, es
decir, cada acción tiene una consecuencia.
Como sucede en toda
institución social, el reglamento o el conjunto de normas reviste de una clara
importancia para ordenar la convivencia y guiar los comportamientos de todos
los individuos que de ella forman parte. Esto sucede con una de las
instituciones más modernas pero al mismo tiempo más asimiladas por las
sociedades de todo el mundo: la escuela.
En la escuela alumnos
de diferentes edades asisten para ser educados en numerosos conocimientos y
también para aprender a convivir en sociedad. La escuela cumple un rol
educativo de significativa importancia a lo largo de la vida de cada persona,
especialmente si tenemos en cuenta que un individuo ocupa allí gran parte de su
tiempo diario y desde la más tierna infancia hasta el final de la adolescencia.
La institución educativa tiene como objetivo el pasaje y la transmisión de un
gran número de contenidos y conocimientos que han sido elegidos como
representativos de una cultura o de un modo de pensar y considerados al mismo
tiempo como aquellos que deben pasar de generación en generación para la
supervivencia de la raza humana o de una sociedad específica.
Pero por otro lado, la
institución escolar cumple un rol secundario que no puede dejarse de lado y que
es aquel que tiene que ver con la adaptación de los sujetos a la vida en
sociedad, a la comunidad en la que viven y a sus características particulares.
Así, la escuela sirve como enseñanza de hábitos, costumbres y comportamientos
que deberán ayudar al niño o niña a adaptarse mejor a la vida en sociedad y que
le servirán también a esta última para asegurarse la convivencia pacífica y
ordenada.
Aquí es donde entra
con gran fuerza e importancia el rol del reglamento escolar, aquel que
establece todas las pautas de comportamiento, de reglas y de formas de
sociabilidad que perduran desde el ingreso del niño o niña a la institución
hasta su egreso. El reglamento escolar muchas veces tiene que ver con aspectos
específicos de la institución como el cumplimiento de horarios, el respeto por
el uso de determinadas vestimentas, el respeto hacia el otro, etc. Sin embargo,
todas estas reglamentaciones tienen un sustrato social ya que hacen que la
persona pueda luego comprender su importancia a la hora de, por ejemplo, formar
una familia, conseguir un trabajo, iniciar una carrera educativa superior.
Los reglamentos
escolares pueden variar en exigencia y en formalidad dependiendo de cada institución
y de lo que la misma elija como estudiantes apropiados, pero por lo general
versan siempre sobre las mismas conductas y hábitos de respeto, tolerancia,
educación y orden.
Los reglamentos requieren cierta estructura. sus principales componentes son:
Principios, propósitos o sentido del reglamento: Es un componente escasamente presente en los
reglamentos pero de gran relevancia, porque es el lugar en el que la escuela
plantea con claridad, por ejemplo, cómo concibe la idea de reglamento, cuál es
la intención que le da y qué se espera proteger con él.
Reglas: Son
el cuerpo principal de los reglamentos. De hecho, una alta proporción contienen
sólo este componente; es el caso principalmente de los reglamentos de aula, que
básicamente son listas breves de reglas. En los escolares, la estructura y la
organización de las reglas se vuelven complejas y aparecen desglosadas por
tema, por destinatario o por bloques de derechos y obligaciones.
Faltas: Este
componente está presente de forma explícita o tácita en una parte de los
reglamentos. Se distinguen de las reglas porque no señalan lo prohibido o
permitido, sino aquellas conductas que serán merecedoras de sanción. Su
presencia resulta relevante ya que con bastante frecuencia los reglamentos
revisados establecen sólo sanciones genéricas y no indican de forma clara o
específica qué conductas serán las sancionadas.
Sanciones: Las
sanciones están presentes en muchos reglamentos de dos formas distintas. En una
de ellas se les incorpora a través de un apartado explícito del documento,
dedicado ya sea a señalar sanciones puntuales para acciones determinadas, o
bien, a indicar aquellas que pueden considerarse como genéricas es decir, no
específicas en el reglamento en relación con el hecho con el que están
asociadas, sino que sólo son sanciones posibles. La segunda forma de
incorporación es enunciándolas de manera implícita dentro de las reglas. No se
dedica un apartado distinto, sino que se intercala a lo largo del reglamento. En
varios casos incluso se les redacta como reglas.
Hay diversos tipos de reglamentos en las instituciones:
Reglamentos que enfatizan la prohibición de conductas: Son reglamentos cuyo contenido de conjunto está
dedicado, predominante aunque no exclusivamente, a señalar conductas prohibidas
y sancionadas. Si bien todo reglamento tiene como uno de sus propósitos acotar
en alguna medida la libertad (marcar fronteras en función de principios o
necesidades), la característica de éstos es su claro enfoque en la coerción sin
muchos argumentos que la expliquen. Por lo general la enunciación es en un
sentido abiertamente negativo: No comer en clase, No golpear a mis compañeros,
pero en otros casos parece evitarse el uso de la palabra no sustituyéndola por
un equivalente como evitar o está
prohibido.
Reglamentos que enfatizan conductas, actitudes o formas de ser
esperadas: En
estos reglamentos predomina un lenguaje en sentido positivo que indica lo que
se espera que realice o que sea el estudiante (o los padres) en vez de señalar
lo que no debe hacerse. En ocasiones esto se expresa a modo de un deber,
mientras que en otras es una afirmación, una indicación clara sobre alguna
conducta o una exhortación a ser o actuar de cierta manera. Por ejemplo: Debo
obedecer a mi maestra. Debo guardar silencio. Debo recoger mi material. Debo
recoger mis cosas. Debo pedir permiso para ir al baño.
Reglamentos que enfatizan el equilibrio entre lo prohibido y lo
esperado: Son
reglamentos que no sólo combinan reglas de los estilos anteriores, sino que además
lo hacen de manera explícita con el fin de establecer con toda claridad ambos
escenarios. Se trata de casos contados pero que resultan relevantes por la
contundencia de la distinción y por el enfoque restrictivo que algunos ofrecen.
Por ejemplo:
Lo que se debe hacer:
Ser puntual. Ser honesto. Ser respetuoso. Ser participativo. Ser responsable. Ser amable. Ser comunicativo. Ser honrado.
Lo que no se debe
hacer: Ser desordenado. Ser prepotente. Ser violento. Ser negativo.
Reglamentos que enfatizan derechos y obligaciones: Se trata de un estilo presente en un grupo
considerable de reglamentos. Llaman la atención, ya que una enunciación de este
tipo pone de relieve el lugar de la escuela como espacio público en el que no
sólo hay reglas que cumplir, sino que también se tienen derechos que se pueden
ejercer. Su presencia llega a ser tan relevante para estas escuelas que se constituye
en el eje que estructura el reglamento. Es decir, el reglamento es en sí mismo
una carta de derechos y obligaciones. Un ejemplo: Tiene derecho a recibir
atención respetuosa del maestro y protección del personal docente, directivo y
auxiliar del plantel. Derecho a
solicitar permiso para faltar a la escuela en caso de enfermedad o necesidad.
Normas que establecen lo que ya es, lo que está establecido y no depende
de una acción. Es
relativamente recurrente encontrar en los reglamentos alusiones de este tipo,
que en algunos casos resultaban más cercanas a enunciados informativos que a
reglas propiamente dichas. Son contenidos que algunas escuelas consideran
necesario incluir porque dejan asentados principios, enfoques pedagógicos o
condiciones administrativas de las que pueden desprenderse reglas .Por ejemplo:
“Promovemos el conocimiento, uso y circulación de los libros en la escuela y
las aulas; para ello contamos con una comisión responsable”.
Normas que describen procedimientos: indican cómo hacer cosas, qué método se seguirá para
cumplir con alguna tarea o cumplir un propósito. Es un tipo de norma sumamente
y particularmente se utiliza para destacar procedimientos administrativos y de
organización, ya sea escolar o dentro del aula. Algunos ejemplos de éstas son:
“Debo pedir permiso para ir al baño”, “En el caso de enfermedades, es
obligación de los padres dar aviso a tiempo para evitar ser dados de baja, y con
relación a enfermedades infecciosas, se debe aislar al niño el tiempo
conveniente y se le recibirá nuevamente previa autorización médica”.
Normas que comprometen al sujeto a hacer algo: esto puede implicar el cumplimiento de deberes, la
adopción de compromisos e incluso el ejercicio activo de derechos. Aquí pueden
incluirse varios de los ejemplos señalados en los estilos de reglamentos
mencionados previamente, como el caso de las normas de convivencia: “ser
respetuosos”, “no debo golpear a mis compañeros”.
¿A quién van dirigidas las normas?
En el caso de los
reglamentos escolares, es posible identificar tres sujetos claros de la
normatividad: estudiantes, padres o tutores y docentes.
La mayoría de las
normas tienen como destinatario a los estudiantes, asumiéndolos como el
principal sujeto cuya conducta requiere ser normada.
En un segundo plano
se encuentran los padres de familia o tutores a quienes se involucra
fundamentalmente en dos asuntos: el cumplimiento de procedimientos escolares y
el apoyo a procesos formativos. Este sujeto de la normatividad aparece en un
buen número de reglamentos escolares entre los que destaca notablemente el caso
de preescolar. Esta situación cambia conforme avanza el nivel educativo y
adquiere un enfoque notablemente distinto.
Respecto al tercer
destinatario, los docentes, existe un grupo muy reducido de normas dirigidas a
ellos y que aluden a asuntos diversos: la mayoría son relativas a la
clarificación de sus funciones, a la realización de procedimientos administrativos
y a los derechos laborales que como trabajadores poseen. Es evidente la
ausencia del docente como sujeto de regulación en tanto actor involucrado en la
vida escolar. Se le ve sólo como figura de autoridad y como agente regulador
pero no como alguien que también debe regir su conducta por ciertos parámetros
disciplinarios y que puede ser protegido por las normas de la comunidad. En
este sentido, los reglamentos parecen sostener que sólo el destinatario del
servicio educativo (estudiantes, padres) tiene que limitar su libertad,
apegarse a criterios de conducta y, en algunos casos, recibir protección a sus
derechos; no así quien lo ofrece.
La construcción de un
sistema de convivencia en las escuelas, desde una perspectiva democrática y con
enfoque de derechos, es indispensable para el logro de los fines establecidos
en la legislación educativa nacional. Desde esta óptica, es necesario que en
cada comunidad escolar sus integrantes revisen periódicamente las normas que
regulan su convivencia, planteándose preguntas como las siguientes:
o
¿A
quiénes están dirigidas las normas que rigen nuestra vida escolar?, ¿a quién (o
quiénes) se excluye y por qué?
o
¿Qué
tipo de valores o derechos buscamos proteger?
o
¿Cuáles
son los principales contenidos o asuntos de la convivencia que se regulan?
o
¿Esa
elección es congruente con los valores y derechos que decimos proteger?
o
¿Qué
enfoque normativo prevalece en nuestro reglamento?, ¿qué sería necesario
modificar para promover la apropiación de la norma por convencimiento de su
valor y no por temor a la autoridad o a recibir un castigo?
Pese a la diversidad
de las funciones en los reglamentos se nota una profunda preocupación por una
en particular: el control de la conducta. De ahí que los temas más frecuentemente
abordados sean los relativos al Orden y disciplina. Este énfasis no es ajeno a
las complejas condiciones de organización de una escuela y la necesidad real de
establecer límites y marcar pautas básicas para el desarrollo de su tarea
formativa. Tampoco es lejano a la existencia de necesidades específicas, como
combatir el ausentismo, evitar la violencia, prevenir adicciones o incluso
remediar la ausencia de hábitos mínimos de higiene, entre otras, hacia un mejor
funcionamiento de la institución escolar a fin de brindar una mejor educación.
CONCLUSIÓN:
Hablar de normas y la
regulación que estas brindan, en definitiva sería lo ideal para toda
institución el hecho de que cada una de ellas se cumpliera, ya que permitiría
el correcto funcionamiento de la misma. Al planear u organizar el
funcionamiento de cualquier institución, siempre ese trata de prever ciertas
contrariedades que puedan surgir en el camino hacia las metas y objetivos es
ahí donde surgen las normas; sin embargo ha quedado demostrado que no siempre
se cumplen, pues nunca falta aquella persona que esté en desacuerdo con algo.
Referente a las
instituciones educativas, aun cuando el padre de familia firma un reglamento
escolar y a los días llega su hijo con algún reporte de que violó alguna de las
reglas, en la mayoría de los casos el padre de familia reacciona de una forma
contradictoria, pues exige calidad en la educación pero no apoya para que esto
sea logrado.
Por ejemplo el
uniforme escolar, se pide en el caso de las niñas de secundaria que este sea
cuatro dedos debajo de la rodilla pero la mamá se lo manda hacer cuatro dedos
pero arriba de la rodilla aun habiendo firmado
el estar de acuerdo con el reglamento escolar, argumentando que a la
niña no le gustan las faldas largas, con esto solo está promoviendo que la niña
simplemente no muestre interés alguno por sujetarse a las reglas y normas, si
no lo hace desde lo más básico en su temprana edad, no podemos esperar que al
ser una persona adulta lo haga con el reglamento laboral.
Ejemplos hay muchos,
pero si no educamos a nuestros hijos en cuanto al respeto de las reglas y
normas, tampoco podemos esperar que lleguen a ser grandes ciudadanos, pues a
donde vayamos sabemos que hay reglas que obedecer.
El éxito de una
institución educativa radica en gran manera en el cumplimiento de sus normas.
Si no hubiera norma
alguna que regulara el funcionamiento de la institución, imaginen que cada
quien llegara a ella a la hora que le pareciera, se retirara de la misma
manera, no cumplir con el uniforme que lo distingue como estudiante o
trabajador, no cumplir con el trabajo asignado o una tarea, simplemente no
tendría sentido alguno la existencia de dicha institución.
BIBLIOGRAFÍA
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